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jueves, 10 de junio de 2010



EL ASTRÓLOGO BASILIO
Sobrinos, dadme los brazosy creed, pues que lealesa mi precepto amorosovenís con afectos tales, que a nadie deje quejosoy los dos quedéis iguales:y así, cuando me confiesorendido al prolijo peso, sólo os pido en la ocasiónsilencio, que admiraciónha de pedirla el suceso. Ya sabéis -estadme atentos,amados sobrinos míos, corte ilustre de Polonia, vasallos, deudos y amigos-, ya sabéis que yo en el mundopor mi ciencia he merecidoel sobrenombre de docto, pues, contra el tiempo y olvido,los Pinceles de Timantes,los mármoles de Lisipo,en el ámbito del orbe me aclaman el gran Basilio. Ya sabéis que son las cienciasque más curso y más estimo,matemáticas sutiles, por quien al tiempo le quito,por quien a la fama rompola jurisdicción y oficio de enseñar más cada día; pues cuando en mis tablas miropresentes las novedadesde los venideros siglos, le gano al tiempo las graciasde contar lo que yo he dicho.Esos círculos de nieve,esos doseles de vidrio que el sol ilumina a rayos,que parte la luna a giros,esos orbes de diamantes,esos globos cristalinos, que las estrellas adornany que campean los signos,son el estudio mayor de mis años, son los librosdonde en papel de diamante, en cuadernos de zafiros,escribe con líneas de oro,en caracteres distintos,el Cielo nuestros sucesos ya adversos o ya benignos.Estos leo tan veloz, que con mi espíritu sigo susrápidos movimientos por rumbos y por caminos
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